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Ellacuría-Mundubat, binomio unido por la esperanza y la utopía de la paz en El Salvador

14/11/2014 | Mundubat

Todo 16 de noviembre mueve los cimientos de la ong Mundubat. Esto sucede desde hace 25 años cuando el ejército salvadoreño asesinó al jesuita Ignacio Ellacuría junto a cinco de sus compañeros, la mujer que les ayudaba y a la hija de ella. Se perdía entonces al aliado clave en abrir los espacios para una salida negociada del conflicto interno, pero a la vez la acción militar que acabó con su vida fue el detonante que obligó a que se dieran unos Acuerdos de Paz en 1992.

El 16 de noviembre de 2014 es el 25 aniversario del asesinato de Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno, Joaquín López y López, Elba Ramos y su hija Celina. La masacre sucedió en la residencia de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), en El Salvador, en plena ofensiva de la guerrilla a la capital. Los cuerpos quedaron destrozados, ya que los militares usaron balas explosivas. 

Ellacuría había regresado a El Salvador apenas hacía unos días: el 13 de noviembre de 1989. Él era consciente del riesgo que corría, porque su vida estaba amenazada desde 1977. En ese año, las fuerzas de seguridad del Estado salvadoreño asesinaron al jesuita Rutilio Grande y, por tanto, el mensaje oficial fue: todo jesuita puede correr la misma suerte.

La respuesta de Ellacuría y sus compañeros se tejió con paciencia e inteligencia. Poco a poco, se convirtieron en la referencia a nivel nacional e internacional de lo qué sucedía en El Salvador y denunciaban las causas del conflicto interno.Otra figura que se sumó a la denuncia fue Monseñor Óscar Arnulfo Romero, quien fue asesinado mientras celebraba la eucaristía el 24 de marzo de 1980. Otra muerte que motivó todavía más la misión de Ellacuría. 

“Solución negociada al conflicto”, planteaba Ellacuría en 1981. Años más tarde, por 1988, Mundubat entraba de lleno a trabajar con el jesuita y su equipo. La primera reunión tuvo lugar en el despacho del jesuita Jon Cortina, en el edificio de Ingeniería de la UCA. Ahí se estudió la fórmula de cómo apoyar los retornos de las personas refugiadas a las repoblaciones, porque se necesitaba el apoyo político y económico internacional.

 “Tenía que haber personal internacional acompañándolos para darles seguridad”, explica el presidente de Mundubat, Iñaki Markiegi, uno de los que participó en esa reunión. “Y también se necesitaba buscar recursos para movilizar a la gente, y que pudieran construir sus champas en sus lugares de origen, ponerse a producir para su auto sostenimiento y para reforzar su organización comunitaria”. 

Tres con agenda compartida 

¿El resultado? Nacía un equipo, para acompañar el potencial de un Pueblo organizado y combativo, dispuesto a cambiar las cosas de una manera radical en El Salvador, con tres “patas”: por un lado, una organización salvadoreña que fue CORDES con CRIPDES, Mundubat como ong europea y la labor diplomática de Ellacuría y su equipo.También se involucraron el conjunto de ongs salvadoreñas que se fueron creando en esos años, las estadounidenses y las otras europeas que tenían presencia en El Salvador. 

La agenda de trabajo contempló participar en todo el proceso de facilitar el proceso de paz y de reinserción de toda la gente desplazada y ex combatiente. Los programas de transferencia de tierras y reinserción fueron tomando forma a pesar de un sinnúmero de problemas de todo tipo. 

Si el equipo estaba pesimista, Ellacuría sabía levantar el ánimo. “Relativizando las dificultades. Confiaba mucho en la gente campesina, en sus capacidades. Él nos decía: `Hay que ir al ritmo de ellos. Ellos lo tienen que marcar´,” recuerda Markiegi. “Era un teórico profundo que le gustaba ir a la raíz de los problemas, pero por otro lado era muy realista, muy optimista, y veía la realidad con posibilidades de mejorar, y buscaba las formas de hacer eso posible”. 

Y precisamente por la gente más humilde, la principal víctima de las injusticias del Estado salvadoreño, seguía con su misión. Era de todos conocidos el dolor que sentía al enterarse de las humillaciones al pueblo. Le daba cólera, indignación cuando sucedía una masacre, una tropelía contra la gente. Le marcó mucho el asesinado de Monseñor Romero y aunque pensaba que nunca le podía suceder lo mismo, en algún momento expresó: “si me matan, peor para ellos”. 

Dicho y hecho un 16 de noviembre de 1989. Tenía 59 años el día que lo asesinaron salvajemente. Hubo entonces un antes y un después en el conflicto armado salvadoreño. El ejército y el Gobierno, culpables de la masacre de los seis jesuitas y las dos mujeres, tuvieron que ceder, no sólo ante la presión de la ofensiva guerrillera, sino que también ante la presión internacional y sentarse a negociar unos acuerdos de paz “serios y estables”, como lo deseaba Ellacuría. 

Actualmente, Mundubat sigue presente en El Salvador. La ong ejecuta distintos proyectos cuyos principales beneficiados/as son siempre las clases más vulnerables, fortaleciendo la Soberanía Alimentaria, impulsando la Equidad de Género y reforzando la exigencia de los Derechos individuales y colectivos. Se consolida así la democracia y la justicia, además de empoderar a la gente.

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