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Un Encuentro que fortaleció las prácticas por los derechos de las mujeres

21/06/2015 | Mundubat

Unas se llaman feministas; otras, no. Y ni tan siquiera piensan dedicarle un minuto de su tiempo a analizar el feminismo, porque toda su energía está en luchar porque las mujeres comprendan sus derechos y que los hombres entiendan que ahora hay leyes que los llevarán a la cárcel si golpean a su pareja. Todo salió a relucir en el Encuentro Identidades Diversas versus Luchas Feministas, celebrado el pasado 19 de junio en Bilbao.

Conseguir retratar los diferentes procesos que viven las organizaciones de mujeres es la razón de ser de la Investigación “Identidades feministas en el Norte y el Sur”, que llevan a cabo Olga del Castillo Fernández y Giulia Di Carlo. Esta última dio a conocer en el Encuentro los primeros hallazgos que por sí solos dibujan un paisaje complejo, pero esperanzador: el movimiento de mujeres vasco está fragmentando y tiene bases frágiles, además de que no tiene un rostro homogéneo. En el campo de las mujeres migradas, ellas se sienten cansadas de ser estudiadas. “Nos sentimos explotadas”, expresaron a las investigadoras al rechazar más entrevistas.

En el Sur, mientras tanto, algunos grupos no quieren ser identificados como feministas a pesar de realizar un trabajo valioso en el campo de los derechos de las mujeres. “La Investigación es un diagnóstico abierto”, expuso Giulia. “Lo importante es encontrarnos en las prácticas feministas y construir alianzas”. 

El punto de partida que nos une, según Silvia Felipe, responsable del Eje de Género de Mundubat que ha encargado la Investigación con el objetivo de mejorar la metodología de trabajo en la ong y organizadora del Encuentro, es “que todas partimos de una misma opresión”. 

Y fue más que evidente que cada una la vivimos de forma diferente. Prueba de ello fueron los cinco testimonios de las invitadas al Encuentro: Fatma Mehdi, Secretaria General de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis (UNMS); Bibiana Peñaranda, AKINA de Colombia; María Canil, de la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (CONAVIGUA); Nida Abu Awwad, Union of Palestinian Women´s Committee (UPWC) y Alicia Canaviri, de Centro de Desarrollo Integral de la Mujer Aymara “Amyt´a” (CDIMA) de Bolivia. 

Las cinco son protagonistas del movimiento de mujeres en sus respectivos países, sin embargo cada una escribe la historia a un ritmo distinto. Sus ropajes o el tono de voz hablan de otra forma de pararse ante la vida. El público tuvo ante sí un abanico diverso de miradas, de ser mujer. Uno no era mejor que otro. 

Fatma se declaró mujer nómada y heredera de legado de las saharauis que levantaron los campamentos de refugiados en Tinduf, Argelia, hace 40 años. “Las mujeres construyeron las escuelas, los hospitales y aunque en aquellos momentos no tenían nada, pensaron también en un centro para las mujeres, donde se formarían. Con sus ropas, uniendo varias melfas, hicieron el refugio. Estaban solas, porque los hombres estaban combatiendo en la guerra”, recordó Fatma. 

Los problemas aumentaron cuando los hombres volvieron de la guerra. Confinaron a las mujeres al rol tradicional y estas tomaron nota de la lección: en situaciones difíciles siempre las saharauis asumen un rol importante, pero después, cuando vuelve la calma, nadie les garantiza que mantendrán su posición de lideresas. “No queremos perder nuestro protagonismo en los campamentos”, reflexionaron las saharauis y añadieron: “pero tampoco queremos toda la carga, mientras ellos toman té”. 

El debate para conseguir su meta continúa en medio del desierto del Sáhara. “Sigue nuestra lucha, y la lucha como pueblo no tienen que absorber nuestra lucha como mujeres”, señaló Fatma, antes de ceder el turno de palabra a Olga del Castillo, del grupo Brujas y Diversas, quien con un par de frases nos preparó la entrada en escena de María y Bibiana: “para hablar de feminismos tenemos que hablar de diversidad, de cómo nos constituimos como mujer guatemalteca o mujer negra en medio de conflictos armados, de la discriminación por etnia, raza o ideológica”. 

María es maya quiché. El aprendizaje en su vida ha ido a la par del estar organizada con las otras viudas, con la gente de La Vía Campesina que buscan la soberanía alimentaria y con grupos de mujeres feministas. Esta articulación en equipo facilitó, en el pasado, la resistencia ante el exterminio que sufrieron los pueblos milenarios. “Luchamos por el respeto a las mujeres viudas, por la libertad para realizar las exhumaciones de nuestros familiares enterrados en fosas comunes y poder evitar el reclutamiento de nuestros hijos”, enumeró María. 

El costo de sus posturas es alto. “Hemos ofrendado vidas por defender nuestros derechos”, admitió con voz calma. Sangre que valió la pena porque lograron que el Estado guatemalteco aceptara cumplir su compromiso con las mujeres viudas, víctimas del conflicto armado, y que se reconociera el genocidio que se llevó a cabo contra el pueblo maya quiché. 

Cierra su intervención con la invitación a dar un homenaje a las mujeres que han enfrentado el machismo en sus diferentes niveles. A continuación, Bibiana toma la palabra. Apoya la moción de María y nos da el saludo que trae de la Red Mariposa, una red solidaria contra las violencias hacia las mujeres que se definen como “mariposas de alas nuevas construyendo futuro”.

“Llenamos de contenido político nuestra negrura”, remarcó la afrodescendiente, orgullosa de ser una de las bisnietas de las cimarronas. “Nos reconocemos como negras, y eso no les gusta a mucha gente, ya que confronta el racismo”. 

Y para que entendiéramos la profundidad del significado de sus palabras quiso que viéramos un vídeo: 

Me gritaron negra, de Victoria Santa Cruz

Sí, negra soy. Bibiana sonreía, su cuerpo se movía al ritmo de la música que acaba de acompañar esa declaración de lucha: “Negra soy, ¿y qué?”

Bibiana es una sujeta política con luz propia y protagonista de la historia, tal cual lo hicieron sus abuelas las cimarronas que usaban el baile en medio del dolor. Así se liberaban y fortalecían la salud mental. “Nosotras tenemos un feminismo negro, popular. Consideramos que la liberación de los hombres del machismo también nos libera a nosotras, y por eso no los excluimos”, aseguró. 

En estos momentos, la fuerza de la cimarrona vuelve a salir cuando tienen que enfrentar a los grupos paramilitares que violan, asesinan, en Buenaventura. “Nosotras desarrollamos el comadreo. Nos concentramos en las mujeres violentadas. Las acompañamos y, entre nosotras, vamos intentando sanarnos de la violencia”, explicó Bibiana. “Los grupos armados buscan con el terror sacar a la gente de sus tierras. En las casas de pique, donde torturan y matan a sus víctimas, primero cortan un miembro a la mujer. Sus gritos de dolor se escuchan en toda la comunidad, y es lo que ellos quieren. Que sintamos miedo, que el terror entre en nuestros cuerpos y nos larguemos… Poco a poco la van troceando. A una mujer le cortaron las nalgas, y jugaron al fútbol con ellas; y a otra la empalaron”.

Duro relato que nos ayuda a entender su afirmación de que “la cotidianidad pone nuestra agenda”. 

La palestina Nida también conoce bien el lenguaje del terror, del colonialismo. En su caso, lo vive a diario por Israel que no pierde oportunidad para humillar a su pueblo e imponer su poder de Ocupante. También desea que se vayan de su tierra y no vuelvan jamás, ya que quiere consolidar el Estado israelí. “Desde 1946, el territorio palestino ha variado mucho por el colonialismo. Nuestra gente está en campos de refugiados en Siria, por ejemplo. Esto ha influido en el movimiento social de las mujeres, donde existe en debate de usar o no el término feminista. Pero esto es a nivel de la dirigencia, en las bases no se discute el tema”, comentó Nida. 

De acuerdo a Nida, las palestinas sufren tres clases de violencia: la colonial, la de clase y la patriarcal. Por tanto, su lucha persigue construir una sociedad democrática que respete a las mujeres y las empodere y la libertad del pueblo palestino. “Yo no puedo compararme con el patriarcado de la mujer israelí, porque sufro su opresión, su colonialismo. En este sentido, me es más fácil identificarme con el hombre palestino”, señaló Nida. 

En ese contexto sociopolítico, las palestinas que trabajan con familias israelís reciben un salario inferior al que tienen derecho. Y en el campo de la seguridad, cuando un palestino es capturado, Israel lo amenaza con detener a las mujeres de su familia y de esta forma lo torturan, lo presionan, por la relación con el honor que existe con el cuerpo de las mujeres. “Es complicado”, aceptó Nida al describir este aspecto cultural de su pueblo, cuya indignación crece al contar los casos de palestinas embarazas que han tenido que dar a luz en los puestos de checkpoint del Ejército israelí al negar el paso al hospital. 

Sortear los controles de Israel es parte del diario vivir de las palestinas, además de vivir el patriarcado de su propio pueblo palestino. “Tenemos pocas mujeres en la políticas, nuestros salarios son bajos y las mujeres están, sobre todo, en las tareas domésticas y en los roles tradicionales”, reiteró Nida, mientras cedía el turno de palabra a la compañera de Bolivia, Alicia, comunicadora social y fundadora hace 20 años de la Agencia de Prensa India. Ella es una activista incansable de los derechos de las mujeres. “Desde los doce años”, aseguró.

El primer planteamiento ante el público dejaba claro hacia dónde va en su lucha: quisiera tener un ministerio como las mujeres saharauis. “Luchamos por nuestra dignidad, para ser respetadas como seres humanas”, declaró. “Hemos perdido nuestra dignidad por la colonización, porque los hombres que llegaron a colonizar violaron a las mujeres indígenas y esta situación nos ha dejado donde estamos las mujeres indígenas. Por eso no somos valoradas”. 

Y por si alguien se atrevía a contradecirle, le adelantaba un argumento difícil de rebatir. “Yo lo he vivido en carne propia, y por eso estamos luchando. Estamos en ese proceso”. 

Tampoco se anduvo por las ramas al afirmar que no perderán el tiempo en reflexiones sobre llamarse feminista o no, ya que las mujeres aymaras tienen que centrarse en que haya igualdad entre hombres y mujeres, en tener las mismas oportunidades que los hombres y en que las leyes que se han elaborado a favor de sus derechos, no se queden como simples documentos en los escritorios y no suceda nada en la realidad, “tenemos que lograr que se ejerzan y haya una voluntad política de hacerlo”, afirmó con voz contundente. 

¿Cuánto tiempo tardarán en conseguirlo? “Seguimos luchando y no sabemos hasta cuándo”, concluyó Alicia. 

Visión compartida con las otras compañeras de lucha que han elegido ir unidas para liberarse del sistema patriarcal.

Documentos de conferencias:

Bibiana Peñaranda: Identidades y percepciones sobre las mujeres afrocolombianas

María Canil: Empoderamiento de las mujeres

Lunes 22 de junio

Mundubat ha programado una serie de conferencias con nuestras invitadas este lunes 22 de junio, en diferentes ciudades. A continuación la información: 

Pincha en los nombres de las ciudades para acceder al cartel de la actividad

Gasteiz-Vitoria
Fatma Mehdi
Secretaria General de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis (UNMS)

Donostia
Bibiana Peñaranda
AKINA de Colombia

Laudio
María Canil
CONAVIGUA de Guatemala

Lemoa
Nida Abu Awwad
Union of Palestinian Women´s Committee (UPWC)

Areatza
Alicia Canaviri
Centro de Desarrollo Integral de la Mujer Aymara “Amyt´a” (CDIMA) de Bolivia

Nota publicada en la web de Mundubat sobre el Encuentro:

El encuentro de cinco identidades feministas

Fundación Mundubat. Sombrerería, 2-3º 48005 BILBAO.
Tel.: (+34) 944 162 325 Fax: 944 794 248 mundubat@mundubat.org