El tiempo discurre. Primer módulo de la Escuela de Economía Feminista (EEF): La Economía desde la vida cotidiana de las mujeres. Primera dinámica: Un dibujo de un reloj en las manos de Clau, Lyudmila, Afas, Malu…son mujeres de nacionalidades distintas, de organizaciones diferentes y con trabajos diversos, desde trabajadora de hogar hasta politóloga o socióloga. Ahí también se encuentran las desempleadas. 

En pocos minutos ya son conocidas y bajo la guía del equipo técnico, conformado por Concepción de María Carranza (Cony), Ana Cristina Henríquez y Josefina Roco (Txefi), empiezan a ser conscientes que vivirán una experiencia de aprendizaje que nació en el Sur, gracias al Movimiento de Mujeres Mesoamericanas en Resistencia por una Vida Digna (Las Meso), creadoras de la EEF y que fue puesta en marcha en todos los países de Mesoamérica (desde Chiapas hasta Panamá, excepto Nicaragua), con el apoyo de la Fundación Mundubat en el marco de un convenio con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).

 “Aprenderemos todas de todas”, adelanta Txefi. Y el gran objetivo de esta jornada de cuatro horas, un sábado por la tarde, de las 16 horas a las 20 horas, es cuestionar los conceptos de Bien-estar, trabajo y economía. Todo un reto que nos exigirá zambullirnos en nosotros mismas y compartir nuestro saber con las compañeras, y para sentirnos fuertes “convocamos”, según la cultura Maya, las energías del Día (13 de septiembre). Tocó B’atz que es el nahuat de “hilar, de tejer el nuevo destino”, explica Ana Cristina. 

Y precisamente, ese día se hiló fino entre el grupo. La primera batería de preguntas hizo que afloraran varios dilemas que enfrentamos: ¿Tienes inmuebles a tu nombre? ¿Sabes cuánto gana tu pareja? ¿Quiénes han ido al dentista en el último año? …Las diversas respuestas nos ayudarían a centrarnos en la primera guía de trabajo individual sobre los Recursos para la vida, “en el día día todos estos elementos a veces no los vemos, los damos por hecho”, explicaba Txefi, consciente de que el orden de importancia dependería de las prioridades de cada una.

El aire fue para varias el número uno, mientras que para otras el cuerpo físico que habitan, ya que brinda las posibilidades para vivir. Una reflexión que nos llevaría a la otra etapa del proceso: la guía del Bien-estar como clave para valorar nuestra vida personal y nuestros proyectos de vida. ¿En qué medida está presente en mi vida…el dinero, la libertad de acción, el acceso a los servicios sociales, tener vivienda propia, seguridad, ser respetada como persona, el poder vivir donde me sienta feliz sin remordimientos…?

Cada respuesta conectaba con la de otra compañera o la complementaba. Todas tenían algo que decir y, por tanto, enseñar. Era el momento de crecer juntas, de transformarnos, “el cuidado lo dejo para más adelante, y ese adelante nunca llega”, decía una de las participantes e inmediatamente se escuchaba a otra confesando la visión de la vida que le inculcaron y de cómo debía trabajar: “me enseñaron a dejar la piel”.

Los últimos minutos del encuentro dan paso a la reflexión final, donde vamos entendiendo como el sistema capitalista y el sistema patriarcal, los cuales se interrelacionan y se fortalecen mutuamente, nos han asignado determinadas características por ser mujeres que hacen que nuestra situación vital siempre se encuentre “sobrecargada”, ya sea por el trabajo doméstico o el trabajo remunerado, donde no se nos paga igual o se nos asignan horarios con otras cargas laborales por “ser mujeres”. Además todas hemos vivido la experiencia de ver como se valora más el trabajo sí lo hace un hombre. 

La pregunta que termina de “hilar” nuestra discusión es entonces ¿si hay otras economías posibles? “La economía feministas”, responde Txefi. “La economía feminista tiene que ver con la reproducción, el sostenimiento y la gestión de la vida en todas sus dimensiones. Se centra en las condiciones que posibilitan el buen-vivir”. 

Un buen-vivir al que aspiramos todas. Certeza que se palpa en el ambiente de la Escuela de Economía Feminista cuando el reloj marca las 20 horas. Es el momento de ir a replicar en nuestro diario vivir lo aprendido, pero sabiendo que hemos dado un paso adelante en el cambio que deseamos ver en nosotras mismas y en el mundo.