La estadía de Lamin se extenderá hasta el próximo 18 de julio. Él sabe que se enfrentará, en este último viaje de trabajo a los campamentos de refugiados saharauis, a temperatura de 50 grados. Pero al mismo tiempo comprende que ese tiempo es el mejor caldo de cultivo de las diarreas y de otros problemas digestivos que minan la precaria salud de la población saharaui. “Los casos más graves son en los niños”, explicó Maite Hermana, coordinadora del Equipo Médico Voluntarios de la RASD en la ong.
Previo al viaje, Maite solicitó la donación de medicinas a distintas instituciones y personas particulares. La lista era en base al déficit que detectó el último equipo médico que estuvo en los campamentos. En primer lugar estaban los broncodilatadores, los preparados analgésicos y los antibióticos de niños; en segundo, los materiales de cirugía menor, curas, suturas, apósitos. Esto tiene una gran demanda en las consultas porque llegan muchos pacientes con heridas o quemaduras muy graves. ¿Las causas?
Las condiciones del desierto donde se encuentran los campamentos de refugiados influyen para que la gente se lastime. Por ejemplo, al andar los pies poco protegidos o usar sandalias que no son de su tamaño, provocan caídas cuyos traumatismos hay que tratar en el Hospital de Auserd.
Sin embargo, lo más peligroso, en la época de calor, es la proliferación de los parásitos endémicos que provocan serias enfermedades digestivas en la población saharaui. Esta se ve “rodeada” de varios factores que agravan su vulnerabilidad: tener el agua en depósitos de metal, los alimentos se estropean más rápido con las altas temperatura y hay muchas moscas.
Maite Hermana sostiene que los saharauis han desarrollado una convivencia con los parásitos. “Todos tienen, pero en el verano se producen problemas de salud por la deshidratación, el calor, y se puede llegar a tener un riesgo de muerte”, señaló la médica y añadió: “Aunque el riesgo de muerte es cada vez menos, porque se ha conseguido que tomen sales de rehidratación, las cuales tienen componentes que suplen los que pierden en las diarreas”.
Al principio, las sales de rehidratación fueron rechazadas por la población saharaui por “saladas”, ya que al disolver los polvos en el agua tienen este sabor. Sin embargo, al final, se impuso el sentido común y valoraron los beneficios de salud que les daba el medicamento.
En el nuevo lote de medicamentos que se envía a los campamentos, van por supuesto sales de rehidratación y las vitaminas para dos pacientes con déficit. Una dotación que se une a lo que aporta Médicos Internacionales, una ong austríaca que también cubre lo básico en el sistema de salud, “aunque no se logra todo”, aclaró Maite Hermana.
Los 50 grados centígrados esperan a Lamin, quien aplicará la sabiduría milenaria de su pueblo para que no lo mate un “golpe de calor”.